Hablamos con el artista Antonio Ortega, en una terraza del Raval, cerca de la Massana, donde imparte clases en el departamento de artes visuales además de en el Master de ArteActual de la UB. Como productor comprometido con la conferencia performativa, habiendo realizado un taller en NauEstruch –Espai per a les Pràctiques Performàtiques-, contactamos con él para que nos adentre en el papel del artista que vehicula su trabajo a través de la conferencia.
THE WALL (W): Empecemos por tu experiencia, ¿cómo llegó a ti la conferencia performativa? ¿Bajo qué contexo?
ANTONIO ORTEGA (AO) La conferencia performativa ha tenido un desarrollo muy rápido potenciado por iniciativas como los TED Talks y los Pechaducha o el éxito de la película The Nacked Truth, que, en el fondo, era una conferencia muy pautada. Son ejemplos de conferencias muy ortodoxas, que se popularizaron rápidamente y todas estas cosas eclosionaron. En mi caso, hacia el 2004 empecé una investigación sobre el Copyleft. Ante el deseo de compartir apareció la preocupación de cómo monetizar, esto es, de qué vivir. La alternativa lógica era clara, si tú regalas algo, después podrás rentabilizarlo por otra vía. Como ejemplo, recuerdo un tipo que me preguntó, “saco una revista y quiero presentarla, ¿dónde podría hacerlo?” yo le dije, “es que lo haces al revés, regala la revista y te pagarán para que la presentes.” Entonces consideré que el trabajo presencial era una manera muy honesta de ganarse el dinero, regalas la obra, no la vendes dentro del circuito comercial y lo monetizas con conferencias. A todo esto además, en el 2006 una curadora del SMOCA en Phoenix, que me había visto dar una conferencia, que para mi era puramente una conferencia, me llamó diciendo que quería que hiciese una performance como la que había visto, yo le dije que no, que aquello era una conferencia, y ella me contestó “llámalo como quieras, pero quiero lo mismo”.
W: ¿Qué diferencias existen para ti, entre una conferencia performática y una conferencia normal?
AO: Cero, ninguna, sólo el contexto, es decir, ¿qué diferencia hay entre un urinario, y el urinario de Duchamp?
W: Pero sí incorpora un lenguaje performativo, ¿no? Como por ejemplo la intervención del espectador.
AO: Para mi, una de las grandes cosas de la conferencia performativa es que anula la performance fluxus. Para mi la performance fluxus está agotada, no tiene ningún sentido, es una performance cargada de simbolismos, de rituales, no se ensaya, se hace sólo una vez… Para mi, la performance puede estar guionizada, se puede repetir, etc. Generar una conferencia performativa incorporándole, todavía, guiños fluxus yo no lo veo.
Tampoco es, que un artista al hacer una conferencia performativa esté ofreciendo una Master Class sino, más bien, está ofreciendo un producto singular. La conferencia performativa es una entidad en sí misma, como lo puede ser la pintura, pero no necesariamente tiene que incorporar la participación del público, puede ser totalmente sobria y distante. Los shows de Miguel Noguera, para mi, son prácticas performativas, puede ponerle el nombre que quiera, pero son lo que son. Lo único es, que él, usando como recurso dosis del absurdo y la ficción se adecua a la presentación en el espacio teatral.
W: Desde el nacimiento de la conferencia performativa de la mano de John Cage hasta hoy, ésta ha pasado por muchas manos, ¿Notas que han habido cambios en la disciplina?
AO: John Cage todavía estaba en el paradigma fluxus, había la idea de la experiencia, de ofrecer una experiencia singular. No creo que hoy la performance esté relacionada indeleblemente con la idea de la experiencia. Ya no se trata de experimentar 4 minutos de silencio. Tampoco es importante la primicia, la primera y, en ocasiones única performance, La obra 4’33” no es lo mismo si ibas el primer día, como si después de 5 años acudieras a una repetición. Sin embargo, si el jueves quieres ver a Miguel Noguera pero no hay entradas, y vas la siguiente semana, para ti no habrá cambiado nada. Es decir, la idea de experiencia no existe hoy en día, La performance no está tan significada como un momento especial. El acto no soporta la experiencia en sí misma, incluso puedes ir tres veces y decir “me gustó más la segunda”.
W: ¿Qué formatos suelen haber?
AO: Yo he visto, por ejemplo, conferencias cantadas, cuando Dillemuth, declaraba que el arte debe ser autogestionado, la cantó, improvisando una canción. Hay un tipo, que ahora no recuerdo como se llama, que también la cantaba; en medio de la conferencia. con la guitarra tocaba las notas de “Thats entretainment”, como llevándolo todo al terreno de lo ligero. Hay gente que interactúa con el público, por ejemplo Jordi Ferreiro preparó una en la que todo el mundo tenía unas tarjetas y tenían que levantarlas para responder a sus preguntas y se iban eliminando los que se equivocaban. Jordi les decía “todos los que hayan levantado la tarjeta verde estáis muertos, ya no podéis jugar más”. Hay muchas posibilidades, evidentemente. Otro ejemplo es Ryan Rivadeneyra quien hace un sed donde las cosas cogen vida y se relacionan entre ellas. Pero lo que sí tienen en común es que no hay es el carácter simbólica del momento.
W: ¿Qué no debería haber en una conferencia performativa para que fuese realmente una práctica contemporánea?
AO: Eso no sabría decírtelo. A ver, no se trata de pontificar pero yo creo que si se hace el gesto de apostar por la conferencia, hay que ser lo más honesto posible al formato conferencia. Yo agradezco el esfuerzo por adecuarse al formato pautado de la conferencia, pero esto a lo mejor es una perversión mía. Del mismo modo que puedo entender que algo que quiero expresar se adecua de una manera perfecta al dibujo, y hago un dibujo, si la disciplina de la conferencia es el soporte más adecuado para transmitir un proyecto, pues me la apropiaré tal cual. Y así con todo, si la disciplina es el cómic, pues lo uso tal cual. No invento el cómic al utilizarlo, sólo me lo estoy apropiando. Para mí la conferencia performativa no es un invento nuevo, es el artista que ha abierto el campo a otras disciplinas y ha apostado por una en la que el texto y la cuestión presencial son muy importantes. Y el hecho que se le llame performance, en el fondo, creo que es para decir que es una conferencia hecha por un artista. Entonces, si le llamas así, ya se entiende, pero no porque tenga rastros de la performance clásica.
W: La conferencia performativa tiene una actitud muy contemporánea. Se ajusta mucho a esa forma de entender y movernos en la modernidad, de descargarnos el CD pero no perdernos el concierto.
AO: Es muy contemporánea por una cuestión muy sencilla, porque la conferencia tiene un momento dulce, porque se ha reinventado, porque ha tenido una nueva vida. Yo, por ejemplo, como que tengo hijos y cuando salgo tengo que pagar canguro, nunca voy al cine, voy al teatro. No es porque me guste más el teatro que el cine, es simplemente que si no me gusta, al menos hay unas personas que han trabajado. En cambio, si no me gusta la película me da mucha rabia, me he gastado unos euros y no me ha gustado, me parece un timo, es un riesgo que no quiero correr y voy al teatro. A la gente le gusta ver gente. Lo que está en crisis es la exposición que la tienes que consumir paseando a un ritmo y siguiendo un circuito, donde se te van revelando cosas, eso está en crisis. La gente está aburrida. Entonces, con la conferencia hay una interacción más real. Además, cuando acaba la performance si no te da vergüenza incluso puedes hacerle una pregunta o expresarle tu desacuerdo al artista, lo cual es un chollo.
W: Sin embargo el discurso no siempre prima en una conferencia performativa, en el ciclo que se realizó en el MUSAC, muchas eran conciertos musicales.
AO: Por eso, la sensación que a mi me dio (simplemente lo navegué un poco por internet) es que el nombre era uno y el casting era otro. Yo creo que muchos artistas respondían por encargo, ellos no habían practicado nunca una conferencia performativa de una forma ortodoxa, con lo cual tampoco te la iban a ofrecer entonces.
Una conferencia performativa sin discurso no se llamaría conferencia, se tendría que llamar de otra manera. Por ejemplo, Laia Estruch, en una de sus prácticas, iba caminando arriba y abajo, todo el mundo estaba dispuesto como si estuviese en una conferencia y ella simplemente caminaba de forma extraña. Ella era una mezcla entre Pina Bauch, los Fancy Walking de Monthy Python y la Lina Morgan, se trataba de una buenísima performance pero no era una conferencia. Lo que siempre debe haber en una conferencia es texto. Además cada vez más, los artistas se están apropiando del texto, yo creo que es un síntoma de empoderación, el artista está tomando unas posiciones que antes delegaba en otra persona. Tú, a un artista hace 20 años, le pedías un texto para un catálogo y él se lo pedía a un comisario, tú se lo habías pedido a él, pero él te enviaba el texto de un comisario. Por eso creo que este gesto de autogestión, más que ser un síntoma de precariedad es un síntoma positivo. Es querer decir, yo aquí mando sobre mi texto.
W: ¿Qué más cambios están sucediendo ahora? ¿Qué discurso prevalece?
AO: Yo lo que creo es que básicamente se está dando una especie de empoderamiento. Estamos entrando en un nuevo paradigma que rompe con el discurso de qué es o qué no es arte. Discurso que, además, quedaba telegado, tal como yo lo entiendo, a unas leyes de mercado. Pierre Bourdieu por ejemplo, lo explicaría diciendo que arte es aquello que alguien es capaz de aceptar como arte. Añadiría que lo hace como estrategia de distinción social. Por eso, la pregunta es, ¿qué gana quien que es capaz de aceptar aquello tan extraño como arte? pues gana una relevancia social, es decir, ¿qué se ofrece realmente como producto con el vaso medio lleno de ARCO? No se compra el vaso sino un dossier de prensa y el poder decir “lo tengo yo”, es pura distinción. Yo creo que el arte por fin, se está desligando de esta sumisión, del valor de capital simbólico al servicio de una burguesía. Todas estas cosas siempre son muy delicadas, porque alguien puede decir, “desde 1907 a 1914 se pintó según las pautas del cubismo” y ¡6 tíos pintaban cubismo! no todo el mundo. Entonces, cuando yo digo esto no es que todos los artistas compartan el discurso que yo estoy planteando, pero sí que hay gente que a mi me da más seguridad que otros, de que tendrán una carrera sólida y están en este discurso.
W: Desde tu experiencia como organizador de actividades que fuiste en CASM, ¿qué acogida tienen las conferencias performativas en los centros e instituciones?
AO: Yo durante un tiempo articulé una cosa que se llamaba artista terciario, era el artista que en lugar de ofrecer productos ofrecía servicios y yo pensaba que era una decisión del artista y después me di cuenta que era una demanda de la institución. Me dio bastante rabia entender que no era un avance llevado a cabo por la comunidad artística o por algunos artistas, sino que era una demanda de la institución. La institución era la que pedía servicios. Entonces, la conferencia era uno de los servicios favoritos por parte de la institución.
La conferencia performativa es un formato que el centro sabe explotar. Tiene que ver con el producto que plantea, en ese sentido le es cómodo. Además no deja residuo, por ejemplo, alguien de la generación de Miguel Noguera o de Laia Estruch, que hemos nombrado, es muy difícil que le compren obra en un Museo. Sin embargo no que hagan una conferencia o una performance, ya de hecho, la han hecho. Queda limpio: vienen, la hacen y se van.
W: ¿En el caso que llegará un momento en el que los artistas dejaran de producir obra y ya sólo presentaran proyectos terciarios, el mercado de arte moriría?
AO: Eso es muy complicado de decir. Ahora, por ejemplo, estoy preparando una exposición para la Fundació Joan Miró y en el texto del catálogo, uno de los puntos que explico es la obra del Tinguely, cuando presentó en el Moma una escultura que se autodestruía, llegó un momento en el que la cosa no la controla bien y no se acaba de autodestruir, queda algo en pie. El MoMa aprovechó ese residuo, es decir, el error, para convertirla en una escultura y coleccionarla. La tienen en su colección y la enseñan tan contentos. Quien quiera comprar cosas encontrará la manera de comprar algo, aunque sea un resto. El mercado ya se adaptará.
W: En la actualidad existe la contradicción en la que el artista terciario está en auge pero por otro lado, se afirma que es el momento en el que el coleccionismo tiene más fuerza.
AO: Sí, pero se está abriendo una separación. No quiero decir que los artistas sean puristas, porque mezclan; Gabriel Pericás, tiene galería y si vende se pone contento. Pero sí, está habiendo una pequeña distorsión. No sé quién tendrá que hacer el esfuerzo si lo tendrá que hacer el mercado o los artistas. Lo que yo creo es, que se replicará lo que está pasando con la música. Me explico, antes había pocas bandas que ganaban mucho dinero porque la difusión estaba en manos de las distribuidoras, las distribuidoras marcaban el producto de una manera clara y todos escuchábamos lo mismo. Sin embargo ahora hay muchos músicos que viven de su trabajo. Gracias, entre otras cosas a que el negocio no pasa, necesariamente, por el mercado de un objeto.