La piedra.
No la estatua,
la piedra.
La estatua sólo es
la huella que el hombre pretendió.
Como las marcas de bala
en el paredón,
o el paso que quiebra
la hierba virgen. […]
Extracto del poema “la Piedra” de Iñaki C. Nazabal
Nuria Fuster se hace de la madera, del hierro, del neumático, y de todo aquel elemento que haya sido trabajado industrialmente por el hombre, para encontrar la piedra, es decir, la esencia, aquello por lo que cada cosa es. La madera y no el armario, ni las puertas ni los cajones. En las esculturas de Fuster, los objetos son despojados de la utilidad con la que suelen ser reconocidos. Si bien en sus inicios predominaba la reconstrucción a lo largo de su trayectoria las piezas han ido adquiriendo un carácter más conceptual, esencializando en la condición material y en su comportamiento, abstrayéndose de significaciones.
Así Nuria, explora los propios límites físicos; las tensiones, las combinaciones, los equilibrios, las contradicciones… En sus piezas, el metal puede ser un elemento volátil y maleable, las placas de hierro derretirse bajo el calor de las planchas y el aire ocupar un espacio físico. Es un ejercicio de atención con cuanto nos rodea y cuanto uno es. Es la pregunta primogénita, de cómo uno realmente dialoga con el mundo. Nuria evoca con sus piezas la observación chamánica del arte prehistórico, en el que el Chamán reconoce en la piedra su naturaleza potencialmente oculta y bella.
La belleza desinteresada de sus piezas, se da como resultado de equilibrar el brutalismo que puede tener un material frío e industrial con composiciones estéticas. Los contrarios son una constante donde converge la armonía, el equilibrio perfecto. Es tener en cuenta todas las partes de un todo, o lo que el filósofo Eugenio Trías postula, como la aceptación de la condición fronteriza de la cual no podemos renegar. Tenemos que vivir lo uno y lo otro, ser sensible e inteligible, entre lo metafísico y lo concreto.
En esa sincronicidad con la vida, las piezas de Nuria Fuster se desligan de la impronta social del concepto de error y de obra acabada. La finalidad deja de ser lo más importante, para reforzar la idea de proceso, de qué es lo que sucede más allá del resultado. Al fin y al cabo, ¿no buscamos todos lo mismo? experienciar la vida, observarla, atenderla y reconocer en ella su belleza. Nuria Fuster nos recuerda ese origen con cada una de sus piezas, y con esa fisicalidad directa que la escultura le permite, consigue materializar lo poético.
Más info en: http://www.nuriafuster.net/