Improvisación, intuición,naturalidad y sorpresa. Estas son las cuatro emociones que mejor describen la obra de Mina Hamada. Artista residente en ‘La Escocesa’, la pintora japonesa empezó escribiendo cuentos para niños y con los años le entraron ganas de pintar. Ahora se las arregla tan bien con un pincel en un lienzo como con sprays en la calle. Es pintora, muralista y, sin duda alguna, una entregada amante del color.
Barcelona emula su inspiración. Le gusta vivir cerca del mar, en un país más salvaje y más natural que Japón. Según ella, ser artista no fue una vocación, sino un proceso natural para poder expresar todo lo que su imaginación le llevaba a conceptualizar. Y con la pintura ha dado en el clavo.
Con su compañero de mural Zosen, la pareja artística se podría considerar la creadora del “neofauvismo” ya que en sus pinturas destacan una paleta de colores intensos y salvajes. A Mina le encantan los tonos pálidos como el lila, el azul y el rosa, aunque nos confía que ha aprendido a querer el rojo. Sobre todo no desprecia nunca ningún color. Para ella, el proceso de elaboración de una obra es una completa improvisación. Sus trabajos no pretenden transmitir ningún otro mensaje que su felicidad. Pinta de manera natural e intuitiva, dejando fluir el pincel sobre el lienzo con una mente virgen de cualquiera planificación. Mina se siente bien y lo comparte a través de estos colores tan explosivos. Cada obra es como una nueva aventura, tanto para su autora como para el espectador.
Exposiciones en Copenhague, Londres, Barcelona… ¿Y quizás un día tendrá la ocasión de descubrir otras zonas de Asia? A Mina no le faltan planes ni sueños. Numerosas son las ciudades que la artista iluminará con su jovialidad y talento, repartiendo por ahí su euforia de color.